domingo, 13 de octubre de 2013

Así estaba escrito el guión, vos debías ser feliz






El tábano en la oreja (Indio Solari)
http://www.youtube.com/watch?v=oj_UnYrRTxg

Bertrand Russell escribe sobre  “la conquista de la felicidad”. Pareciera que ya entonces, muchos años atrás, todos aquellos que podían ser felices no lo eran. Sin dudas lo que predomina en las sociedades actuales, es una tendencia atroz hacia el aburrimiento. Ser feliz entonces pareciera sinónimo de estar entretenido. Interesante y paradójicamente en una cultura que cada vez nos enfoca más hacia el placer individual, la felicidad pareciera depender del ocuparse "menos de uno mismo".  El filósofo encontró tres tipos de sujetos que negociaban con su felicidad: el megalónamo, el pecador y el narcisista. Algunos psicoanalistas siglos después han relacionado la preocupación con el ser feliz con un mandato. El rasgo de nuestra época diría E. Laurent por ejemplo es que no se le puede impedir al hombre que goce, es más, se le pide que goce más. En la lógica del discurso capitalista esto sería poder tener acceso a más y más objetos, servicios, personas, o bienes que el mercado ofrece. Sin embargo, a menudo, aparece el sufrimiento. Suele reflejar una pérdida, un rechazo, una decepción, una carencia. Es inherente al vivir, aunque también conlleva un riesgo cuando empobrece los lazos sociales o la calidad misma de vida. Es paradójico que hoy en día se sufra por “no querer sufrir”, poniendo en manifiesto la desesperación por evadir el dolor. La idea imperante de pensar todo o casi todo en positivo, de” tener onda”, de jamás permitir que el aburrimiento nos invada, no hace más que mostrar la otra cara del capitalismo que nos vende ilusiones de felicidad para colmarnos, obedeciendo a imperativos consumistas o escapistas que, sin reparos, dañan tanto o más que el mismo sufrimiento del que se pretende huir (Moira Nardi). 

lunes, 17 de junio de 2013

Atolladero

Atolladero

Y regresa, regresa una y otra vez
¿Qué podría yo andar buscando en vos?

Si alguna vez fue mío, lo que extravié perdí al cederlo,  o por seguro lo dejaste ir

Si fue tuyo, bien guardado está con vos, celosamente custodiado

Si era tu espejo un amoroso reflejo donde mirar mi rostro,
Hoy se muestra roto, mar-ido en ausencias y presencias fugaces,
buscando la meta obra del ser y del  no ser


 Si era un don, llegaba sin donarse por ardides de un pedido o recuerdos de un olvido


 Si era tu brazo abrasante, visitaba distanciado de vos y de mi, claro está, siempre
recorriendo causas de razón y de verdad.  Luego no vino. Y ya no lo fui a buscar


Si era tu arribo y reposo en mi, llegaba tímido, desconfiando de mis gestos y poco a poco,  también se fue sin nunca más buscar

Libertad dicen que busco, será, pero buscando sólo fui atrapándome, enredando la Bolsa o  la Vida, bien sabes lo que digo.

Moira Nardi  


jueves, 25 de abril de 2013

Todo al aire y mutilado


Todo al aire y mutilado
Existe un mutilado, no de un combate sino de un abrazo, no de la guerra sino de la paz. Perdió el rostro en el amor y no en el odio. Lo perdió en el curso normal de la vida y no en un accidente. Lo perdió en el orden de la naturaleza y no en el desorden de los hombres. (“Existe un mutilado”, César Vallejo,  Poemas en Prosa)

¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?

A lo largo de nuestras vidas recibimos de numerosas fuentes lo que se ha dado por llamar entre otras cosas, una educación sentimental. Nos fuimos enterando que en un inicio, padres, familia, y escuela elegían por nosotros, aunque sin embargo y poco a poco, logramos ir delineando nuestras afinidades, agregando algunas y  desechando otras. ¿Cómo negar el valor de canciones inolvidables, la marca de algún libro o la huella de cierto pensador que supo interpelarnos? Y a pesar de ser cierto que la vida de un artista no replica su obra, cuesta trabajo sustraerse de las in/des-informaciones biográficas de aquellos que algún día nos han acompañado en la experiencia de vida.  Actualmente circulan en diversos medios las vicisitudes amorosas del músico Andrés Calamaro, a quien, indudablemente y más allá de los gustos propios o ajenos, le pertenece un indiscutible lugar entre las figuras más prominentes del pop/rock argentino. Titulares de diarios y revistas, programas de noticias y de chimentos hablan de este Andrés enamorado, descontrolado, despechado, humillado. Su noviazgo y posterior ruptura adquieren presencia virtual en las redes sociales y medios, exacerbados claro está, por el mismo artista y una seguidilla de admiradores, repudiadores, consumidores. Todo al aire, como corresponde en los tiempos que corren de exposición cuasi compulsiva , Calamaro ruega, insulta, suplica, reclama, cela, discute con la gente, defiende el honor de su dama, describe su amor con palabras o canciones, recibe humillaciones públicas y privadas vía redes y medios diversos. Andrés ha decidido decirle a una mujer en público y sin pudor, “te extraño Miki, me hacés falta, odio que estés con otro, dijiste un día que me amarías para toda la vida, etc.”…   Me confieso sorprendida por los ataques y el asombro de la gente ante un hombre que declara y publica su pasión. Después de todo, a diario nos enteramos de quién anda con quién, de qué mujer pertenece a la categoría “gato” o no, de qué famosa durmió con cuál dictador, qué nueva pareja se arma o desarma, por citar, entre tantos, algunos ejemplos no tan ejemplares.
Es cierto, dice Andrés, que a veces “hay que darle la razón a los que tienen razón/
a los que aún no sabemos quienes somos/
pero estamos adentro” , y también es verdad que nuestras costumbres argentinas nos llevan a compartir sin pudor el afecto con los demás, o a reclamar incluso, sólo por saber si existe algo, o alguien. Pero el grito de El Salmón hoy suena a aullido, se moldea en una demanda y en un llamado al otro.  Y me pregunto, usando las mismas palabras del escritor Raymond Carver, ¿de qué hablamos cuando hablamos de amor?
Pasa que algo no pasa pero pasa igual
Dado que a todas luces a diario se me presenta el anhelo de conectarme con la novela de la vida cotidiana escuchando la radio, leyendo los diarios o mirando televisión, tiendo a creer que todo no es siempre lo mismo, sino que suele haber acontecimientos, que siempre pasa algo.  Un rockero afectado por mal de amores, abre un debate diferente al suscitado por la elección de un Papa argentino, fundamentalmente en relación a los discursos que habilita o establece sobre el amor y los lazos sociales, sin ser por ello menos trascendente. Y puesto que hablamos de amor, la pregunta que surge interroga si es posible que exista una respuesta satisfactoria para la demanda, demanda de amor, porque de eso se trata lo que Calamaro muestra.
 El filósofo francés  Alain Badiou afirma que el amor está amenazado en la sociedad contemporánea dado que propone (¿impone?) la aceptación de la alteridad en forma completa, produce sufrimientos y no puede decirse que genere ganancias ni que posea un fin utilitario. Aquí radica la diferencia del amor con el interés sexual donde se extraen del otro emblemas fetiches y parciales que atraen y provocan deseo. Badiou incluso llega a decir, que el amor debe consolidar su valor de ruptura y de locura puesto que postula una relación con aquello que no soy yo y una generosidad obligatoria que cuestiona el mito de que el hombre solo sí es posible y le otorga un valor social al lazo amoroso. La construcción amorosa implica y desafía a una aceptación conjunta de un sistema de riesgos y de invenciones. ¿Pero qué significa amar? Claramente, el amor trasciende alguna de las definiciones que circulan: dar todo sí, la creencia de que dos son uno, el mito de la media naranja, etc., aunque no por esto sin embargo, se pueda dejar de reconocerle la eficacia a cada una de estas visiones. Si el enamoramiento es un artificio que permite silenciar la falta de la mujer a cambio de una idealización, es también, aquello que puede o no, conducir al amor.  En este movimiento de encuentros y desencuentros, un hombre accede al  amor de una mujer cuando puede tolerar el No-todo, cuando pasa de la lógica del Todo al No Todo, permitiendo que una mujer sea Otra. Es decir, que pueda exaltarla, idealizarla  y tolerar lo femenino que desafía el todo fálico. Sería complejo en este texto hablar de la también necesaria degradación de la mujer para poder desearla sexualmente, por ahora la cuestión apunta al amor y no al sexo. Lacan entiende que amar es reconocer la falta y darla al otro, ubicarla en el otro. Es romper con la completud de la célula del amor autoerótico, aunque también pertenezca a la vertiente del narcisismo, en tanto que lo que se ama es la imagen de sí que devuelve del partenaire.  Sin embargo, se hace necesario distinguir al amor como pasión, es decir, la fascinación con la imagen, del don de amor, transmitido por la palabra.  La frase de Lacan “dar lo que no se tiene”, no hace mas que referir a donar la falta.  En la confluencia del amor y el deseo para la mujer, el falo es el significante del objeto de amor que ella da sin poseer y a la vez el significante del deseo que encuentra en el hombre.  Aquel que ama pasa a depender de una alteridad que lo deja en falta, deseando.
En el hombre, amar produce una “feminización”, y por ende suele resultar cómico o sorprendente ver a uno que ama quien aparece así, como Andrés, ridiculizado en su posición de reclamo. Cito a Jacques Alain Miller quien dice que, “incluso un hombre enamorado tiene retornos de orgullo, lo asalta la agresividad contra el objeto de su amor, porque este amor lo pone en una posición de incompletud, de dependencia. Por ello puede desear a mujeres que no ama, para reencontrar la posición viril que él pone en suspenso cuando ama”. Si bien es cierto que los modelos culturales de la feminidad y de la virilidad han mutado, la mujer sigue amando esperando ser amada, ser deseada y un hombre transita por caminos diferentes. El amor de un hombre hacia una mujer busca el perfil, la silueta, el aspecto físico, pero supera la idolatría de la imagen. Interviene el azar, la contingencia, el encuentro, el acontecimiento, la creencia para ese hombre de que el encuentro amoroso es posible, el amor como demostración que desafía lo imposible. Lacan expresa que la mujer,  "es por lo que no es por lo que pretende ser deseada al mismo tiempo que amada", la mujer es No Toda.  Digamos que una mujer puede modelar la falta, es decir, detentar sus atributos fálicos que la colocan en el punto de insatisfacción y a la vez buscar a través de la demanda su satisfacción y el placer, no ya el goce. Está No Toda en el semblante fálico, pero tampoco fuera de él.
 Pero en el amor, el azar opera a modo de milagro, de encuentro y otras tantas, de desencuentro. Si en el uso de los semblantes de la masculinidad, el azar conecta a un hombre que no puede sostener su relación con la falta, la mujer sólo cumplirá un fin sexual, será evitada, degradada o temida o el lugar que ocupará como objeto amado puede transformarse en un estrago en la relación, allí donde no hay lugar para la disparidad, se le pide sometimiento, sumisión al deseo propio y el partenaire funciona como objeto del goce. Entonces la idea contemporánea del desechar lo que no sirve y conservar lo que atrae motiva a que cada uno de los sujetos cree su propio estilo de relacionarse con el sexo opuesto, participando en la fluidez del acontecimiento amoroso, encontrando formas de gozar propias para  evitar el sufrimiento y la insatisfacción del amor.
Para ambos sexos, entonces ¿qué es aquello que falta sino el objeto de satisfacción que clama la demanda? Si la demanda se articula en el deseo de completad, de totalidad, de Todo, es porque queda un resto que cae cuando se satisface la necesidad. La necesidad que a todas luces responde a lo instintivo: el hambre, el sueño, pero que se separa de la pulsión que no tiene objeto, que desnaturaliza la idea del instinto, que no logra satisfacerse en un objeto de amor y sin embargo puja al deseo a luchar para intentarlo.¿Qué otro fin podría tener el chupeteo del bebé más allá de generar un placer autoerótico por ejemplo? ¿Por qué el deseo de un anoréxico niega la autoconservación y llega al extremo de la muerte?  El Otro pasa a ser índice de nuestro deseo, poniéndole nombres y ofreciendo respuestas a las necesidades, convertidas a lo largo de nuestra existencia, en pedidos, demandas, llamados que haremos al Otro. ¿ A qué responde el otro primordial cuando el bebé llora? ¿Al hambre, al frío, al dolor? Es un misterio para ambas partes: ¿qué quiere el otro?.  El grito que surge se transforma en palabras que siempre, son un llamado. Calamaro hace una exaltación de su objeto de amor,  por sus belleza física, por su “nobleza”, es decir, coloca a la dama en cuestión en una posición fálica, colocándose a sí mismo en una posición femenina que está en las antípodas de un Don Juan Macho.  Lacan en el Seminario 3 encuentra la analogía del falo con el arco iris y el semblante. Nunca nadie creyó de que en verdad existiera el arco iris, sin embargo lo vemos y opera en nosotros de cierta forma.  Se puede ser o poseer el semblante, y es así que los encuentros y desencuentros de la vida amorosa están orientados por los juegos del semblante fálico. Miller aclara que no basta ser, sino parecer en una relación amorosa, se verá cuáles semblantes se presentan al otro y qué efectos producen en el partenaire, aunque se intuya que se está viviendo un sueño, un sueño despierto devenido vida. El amor es la ilusión que obtura la falta propia, cediéndosela al otro.
La politóloga belga Chantal Mouffe, pregunta ¿en qué momento la destrucción del otro (el prójimo) deja de estar ligado al registro imaginario del amor/odio para pasar al encuentro? Si las relaciones con la alteridad son fundamentalmente antagónicas, afirma, dejando como resultado el binomio yo-no yo,  amigo o enemigo, es necesario recomponer el lazo en un vínculo que reconozca la diferencia sin que el otro sea un enemigo irreductible. Mouffe incursiona sobre el concepto de  “agonismo” para definir este modo de relación con el otro. Agonismo resuena a agonía sin dudas, a estar en falta, a fracturarse, a sufrir también y a partir de allí, generar un lazo social, lazo del que el amor, no es ajeno, sino más bien fundante.
Intuyo que por ahí pasa el asombro, el ataque, la humillación y hasta la burla al músico. ¡Vaya espejo el de un hombre mostrado en su máxima vulnerabilidad! Es un profundo contraste con la forma como el amor tiende a manifestarse hoy en día, amor anestesiado, lejos del amor loco o incluso del amor divino… Pero sospecho que es así mayoritariamente en el ámbito de lo público. Esta excepcionalidad a mi criterio, constituye todo un acontecimiento, aunque estoy segura que en secreto, privadamente, existen muchos más Calamaros de los que viene a bien hablar. 

martes, 26 de marzo de 2013

Sueño para todos

No era para tanto el alboroto o la cantidad de espectadores que desató la performance de la actriz Tilda Swinton en el MOMA de Nueva York, el 24 de marzo de este año.  En la misma, aparece durmiendo encerrada en un cubículo transparente por siete horas. Hace años ya que nos hemos habituados a la presencia de las cámaras en la casa "agujerada" por múltiples ojos del Gran Hermano,  o compartimos el ciberespacio donde todo se exhibe o se mira, entonces, cuál sería el asombro? 

Después de todo, el ámbito de la privacidad recién cobró fuerza en la Europa de los siglos XVIII y XIX, como una repercusión del desarrollo de las sociedades industriales modernas y su modo de vida urbano, comenzó a ser un refugio del afuera.  Significativo contraste con las casas medievales, así como hemos visto en tantas películas, donde todos compartían casi el mismo espacio.  Virginia Woolf acuñó una frase que fue repetida hasta el cansancio por feministas y no tanto:  lo que las mujeres necesitaban para poder ser era "a room of their own", un cuarto propio. De esta forma, pronto sería posible la aparición de "un mundo interno" y de "vida interior". Hasta el siglo XVI,  según narra el arquitecto y escritor Witold Rybczynsk, los hombres compartieron la misma situación de las mujeres, aunque poco a poco, se fueron creando los ambientes para poder retirarse de los demás para uso de los afortunados caballeros, o aquellos con mayor fortuna. En la mutación del fenómeno de lo privado y lo público, lo que más parece preocuparnos es el "robo de identidad" que pertenece mas que nada al hurto de datos financieros. Esa sería una de las tantas invasiones a la privacidad que hoy por hoy generan verdaderas pesadillas. Pero lo cierto es que el Yo busca cada vez mayor exposición, expone sin pudores lo que otrora se llamó privacidad y mientras, esconde secretos de finanzas de otros seres reales o imaginarios. Sin lugar a dudas, es cierto que los modos de producción y el consumo capitalista han variado la idea de propiedad y privacidad. Al filósofo alemán Walter Benjamin le preocupaba que las cosas de vidrio no tuvieran aura. El aura era lo más cercano o daba cuenta de la esencia del objeto en la era de la reproducción mecánica, aunque sin poder serlo tampoco. Y la transparencia?; es ciertamente enemiga de los secretos, de lo propio, de lo íntimo. 
Tilda Swinton quizás pensó en estas cuestiones cuando eligió dormir públicamente bajo miles de ojos y nombrar a su performance "The Maybe". Nada sabemos de su intención y en estos casos, lo mejor es admitir que se está meramente acunando una opinión personal.  Argos fue un guardián de la mitología griega que sus ojos le permitían dormir y cuidar a la vez. Algunos visitantes se preguntaron, dormirá Tilda Swinton o estará descansando mientras es mirada descansar? "Mirar el ser mirado" puede que compense la pérdida del cuarto propio al que la escritora Woolf aludía.  Tal vez Swinton sólo quiso expresar su posición al respecto, la de ser humano expuesto, vulnerable, exhibido y exhibiéndose entregando su sueño para todos, un sueño que en realidad, tampoco a nadie le pertenece. 



jueves, 21 de marzo de 2013

Día mundial de la poesía- Enrique Lihn


Nada tiene que ver el dolor con el dolor...

Nada tiene que ver el dolor con el dolor 
nada tiene que ver la desesperación con la desesperación 
Las palabras que usamos para designar esas cosas están viciadas 
No hay nombres en la zona muda 
Allí, según una imagen de uso, viciada espera la muerte a sus nuevos amantes 
acicalada hasta la repugnancia, y los médicos 
son sus peluqueros, sus manicuros, sus usurarios usuarios 
la mezquinan, la dosifican, la domestican, la encarecen 
porque esa bestia tufosa es una tremenda devoradora 
Nada tiene que ver la muerte con esta imagen de la que me retracto 
todas nuestras maneras de referirnos a las cosas están viciadas 
y éste no es más que otro modo de viciarlas 
Quizá los médicos no sean más que sabios y la muerte -la niña 
de sus ojos- un querido problema 
la ciencia lo resuelve con soluciones parciales, esto es, difiere 
su nódulo insoluble sellando una pleura, para empezar 
Puede que sea yo de esos que pagan cualquier cosa por esa tramitación 
Me hundiré en el duelo de mí mismo, pero cuidando de mantener 
ciertas formas como ahora en esta consulta 
Quiero morir (de tal o cual manera) ese es ya un verbo descompuesto 
y absurdo, y qué va, diré algo, pero razonable 
mente, evidentemente fuera del lenguaje en esa 
zona muda donde unos nombres que no alcanzan a ser 
cuando ya uno, qué alivio, está muerto, olvidado ojalá previamente de sí mismo 
esa cosa muerta que existe en el lenguaje y que es 
su presupuesto 
Invoco en la consulta al Dios 
de la no mismidad, pero sabiendo que se trata 
de otra ficción más 
sobre la unión de Oriente y Occidente 
de acápites, comentarios y prólogos 
Un muerto al que le quedan algunos meses de vida tendría que aprender 
para dolerse, desesperarse y morir, un lenguaje limpio 
que sólo fuera accesible más allá de las matemáticas a especialistas 
de una ciencia imposible e igualmente válida 
un lenguaje como un cuerpo operado de todos sus órganos 
Enrique Lihn 

Habemus Cholulos

 
Se dice de una figura que ha llegado a la cresta de la popularidad, que es capaz de preservar el capital mediático que denominamos imagen y donde el éxito o el fracaso no logran afectarla.  Lo interesante es que lo dicho es válido tanto para los que se han ganado este rol como para los que sencillamente habitan el mismo espacio -mediático-. En el idioma coloquial se llama "cholulismo" a esa fascinación que un otro despierta por ser admirado y conocido por todos, lo cual es  por supuesto, absolutamente independiente de sus eventuales logros. Un video porno de una actriz o modelo por ejemplo, convierte a un amplio sector en espectadores y consumidores de la "noticia" que, en épocas no tan lejanas, hubiera avergonzado no sólo a sus protagonistas, sino a los distribuidores y consumidores de la información. 
 El “cholulismo” no es nuevo, sólo ha cambiado su modalidad de transmisión. Estaba vigente sin lugar a dudas en nuestra sociedad, no en vano Discépolo decía, “no hay aplazados ni escalafón”. Decíase de la cholula aquella que era la loca por los astros en los años 40 y 50. Era quien buscaba autógrafos,  conocía las anécdotas de las estrellas y no se perdía sus películas. Nada de esto nos puede sorprender hoy, claro está. Reflexionando sobre estas cuestiones encontré una nota de Martín Caparrós a quien paso a citar para poder interrogar un poco sobre nuestro hacer nacional.
"Habemus papam era una voz extraña, y en una semana se ha convertido en un justo lema de la argentinidad: tenemos papa –nosotros, los argentinos, tenemos papa. La figura más clásica de la tilinguería nacional, el Argentino Que Triunfó en el Exterior, encontró su encarnación definitiva: si, durante muchos años, Ernesto Guevara de la Serna peleaba codo a codo con Diego Armando Maradona, ahora se les unió uno tan poderoso que ni siquiera necesitó morirse para acceder al podio. Cada vez más compatriotas y compatriotos se convencen de que Dios es argentino. Temo el efecto que este inesperado, inmerecido favor divino puede tener sobre nuestras vidas. No me refiero al hartazgo que a mediano plazo –en dos o tres días– pueda causar la presencia de Bergoglio hasta en la sopa; hablo del peso que su iglesia siempre intenta ejercer, ahora multiplicado en nuestro país por el coeficiente de cholulismo nacional que nos hizo empezar a mirar tenis cuando Vilas ganó algún grand slam, basket cuando Manu Ginobili, monarquías europeas cuando la holando-argentina se transformó en princesa".
Quizás el avance de la frivolidad no sea novedoso a estas alturas, ni tampoco la espectacularidad multiplicada ad infinitum por los medios. Lo que sí se repite con mayor fuerza es la captura de la imagen por el otro. La cuestión fundamental no es ya la del síntoma como formación de compromiso entre el deseo inconsciente y el Otro social, sino la angustia, la angustia del vacío. La captación podría decirse de lo que se da en llamar la sociedad del espectáculo y la idolatría de las imágenes que de todas formas, no logra calmar la angustia o aplacar el vacío. "Somos" -escribe Antonio Machado en el prólogo a Campos de Castilla- "víctimas de un doble espejismo. Si miramos afuera y procuramos penetrar en las cosas, nuestro mundo externo pierde en solidez, y acaba por disipársenos cuando llegamos a creer que no existe por sí, sino por nosotros. Pero si, convencidos de la íntima realidad, miramos adentro, entonces todo nos parece venir de fuera, y es nuestro mundo interior, nosotros mismos, lo que se desvanece. ... Un hombre atento a sí mismo, y procurando auscultarse, ahoga la única voz que podría escuchar: la suya; pero le aturden los ruidos extraños. ¿Seremos, pues, meros espectadores del mundo?".



miércoles, 20 de marzo de 2013


This is How I Want You

This is how I want you
for tonight, away from all
Away, even from me
but with me, always

I want you so close
I do not have to reach out to you
I do not have to speak to you
I do not have to miss you 
'Cause when you're gone
I suddenly become undone
Moira Nardi

Sobre El Día mundial de la felicidad:
Bertrand Russell escribe sobre  “la conquista de la felicidad”. Pareciera que ya entonces todos aquellos que podían ser felices no lo eran. Es más, lo que predomina en las sociedades actuales, es una tendencia atroz hacia el aburrimiento. Ser feliz entonces pareciera sinónimo de estar entretenido. Interesantemente en una cultura que cada vez nos enfoca más hacia el placer individual, la felicidad pareciera depender del ocuparse "menos de uno mismo" El filósofo encontró tres tipos de sujetos que negociaban con su felicidad: el megalónamo, el pecador y el narcisista. Algunos psicoanalistas siglos después han relacionado la preocupación con el ser feliz con un mandato. El rasgo de nuestra época diría E. Laurent por ejemplo es no se le puede impedir al hombre que goce, es más, se le pide que goce más. En la lógica del discurso capitalista esto sería poder tener acceso a más y más objetos, servicios, personas, o bienes que el mercado ofrece. 

El círculo de la fluidez


El circulo de la fluidez- 
Se ríe Natalia. Imagina que las ideas le brotan con rapidez; poseen una fuerza arrasadora y sabe con la certeza de su megalómano delirio que éstas serán el motor que influya el pensamiento de muchos de sus coetáneos. Intuye la magnífica tarea redentora hacia los demás, sabe que de ella depende que otros puedan entender qué significa con exactitud esta existencia en la gran urbe americana. Continúa fantaseando. A través de su relato, infinito número de seres podrán identificarse con sus historias y lograrán una catarsis renovadora. Natalia está al tanto de esto y mucho más que aún no logra poner en palabras porque las mismas jamás abarcan la experiencia vital. Mientras estas elucubraciones le asaltan la conciencia, Natalia opta por hacer una pausa, saborear un cigarrillo que le deja un familiar e imprescindible gusto a tabaco amargo en los labios y mirar por su ventana de patio interno enfrentada a otras ventanas de patios internos tan grises como la suya.  Más allá de ella, y a solo pocos metros, el callejón trasero que condensa pertenencias de los habitantes sin techo. Un sillón, ropa esparcida, desechos de amores urgentes y protegidos, la pequeña fuente que temprano en la mañana ella colocó junto a la puerta, ahí mismo, junto al resto de los objetos desarreglados en la calle , esperando que alguno aprecie el obsequio que un día le hiciera una enemiga cercana. Natalia sabe que su espacio es sólo un frágil refugio que la ampara del afuera. Cada noche, los ruidos nocturnos le interrumpen el pensar con sonidos familiares de puertas que cierran duramente, de lavadoras que extirpan sedimentos del trabajo diario, de televisoras ruidosas, de madres que hablan a sus hijos sin el lenguaje de la ternura, de coches que arrancan o estacionan y de ocasionales peleas domésticas que exigen intervención de terceros sin que ella decida hacerlo. Intentando resguardarse, Natalia cierra las ventanas y también las puertas, sin que le dure demasiado la maniobra de exclusión. Bajo la excusa de recibir aire fresco, vuelve a abrir todo lo que puede abrir y acepta con resignación su destino de múltiples y anónimas compañías. Como sintiéndose parte vital de un cuerpo orgánico tan ajeno a sí misma, a ellas también se encomienda. Luego procede en busca de respuestas a sus interrogantes, y no puede más que  caminar una y otra vez por el reducido espacio en el que habita. Justo frente a la puerta de la refrigeradora descubre que no llegó ahí por cuestiones alimenticias, sino porque la superficie cuadrada terminaba allí mismo y de golpe fue donde comprendió que no era hambre lo que le acontecía sino un deseo insoportable de acercarse a la ventana y mirar el recortado pedacito de cielo mientras recuerda tiempos antiguos en el que se creía feliz. Dirigiéndose hacia el extremo opuesto, encuentra al lado de la televisión la puerta del armario con la ropa que ya no usa pero que aún retiene y en el reverso de la puerta, la fotografía de la abuela muerta, aquella que espera la bendiga desde el más allá. Le queda sólo el espejo del cuarto de baño para explorar, el mismo donde a veces pega con cinta adhesiva las notas que se escribe y que poco lee. Ha tenido que llegar a ponerlas de tal forma que le impidan ver su reflejo porque de otro modo, se da maña para no leerlas. ¡Justo allí donde cosas tan importantes están registradas y ella sin poder leerlas! Vagamente intuye cuánto se está olvidando de su vida.   Inevitablemente, el camino en círculos llega a su fin y Natalia regresa al teclado donde le espera una hoja dispuesta a ser escrita sin ansiedad, insolentemente virgen de palabras. Las palabras. Con la fatalidad de lo irreparable que debe acontecer para cerrar el círculo de la esquiva fluidez, Natalia se acomoda en su asiento para dejarlas brotar en libertad.    
Moira Nardi

jueves, 3 de enero de 2013


El dispositivo analítico.
El dispositivo analítico es un artificio que posee reglas y métodos propios. A través de la palabra se busca nombrar el sufrimiento o articular un enigma, poniendo fin a  ese sufrimiento “de más”. Al decir de Freud: transformar la miseria neurótica en sufrimiento común.  Se trata de recuperar el valor de la palabra como herramienta que permita escribir otra historia individual. El psicoanálisis no es una experiencia mística o religiosa. Es un método que despliega una secuencia que comienza por la transferencia, se articula con el síntoma y finaliza en el fantasma que lo produce.  J. A. Miller agrega, “en un mundo donde cada uno puede sentir que es de aquí en más desechable, el encuentro con el psicoanalista sigue siendo un claro en el bosque, un enclave íntimo, podemos incluso decir un oasis espiritual. Alguien que lo recibe en tanto que usted es un ser aparte, una excepción que vale por sí misma, no cualquiera, no un número, no un ejemplar de su clase sectaria o de su clase social” (Columna del Diario Le Point).   
El análisis intentará re-inventar un lugar en el mundo que nos desvíe de los caminos recorridos, los mismos que en numerosas ocasiones nos han conducido a tropezar con la misma piedra.  Y si bien es cierto que se suele explorar la vida mirando hacia atrás, la misma ha de ser vivida mirando hacia adelante. Por lo tanto, si estás dispuesto a que gane el quiero la guerra del puedo, intenta otra escucha, una que hacia allí te lleve.